Creo que quizás sea por eso que lloro tanto en estos últimos tiempos, sí. Porque miro atrás y recuerdo de dónde vengo. De dónde venimos. Quizás también por todo lo que no lloraba antes. Guardando toda esa rabia. Era tristeza. Ese sufrimiento. Dentro. Al ver lo de fuera. Y al vivirlo. Y al sentirlo. Porque primero fueron otros. Pero después fui yo. No hay causas diferentes porque todos estamos en la misma causa. Solo hay una causa. Inherente a toda la humanidad. La injusticia de los que sufren. Mientras otros gozan de forma obscena por encima de sus posibilidades. Y siempre son unos a costa de otros. Existe el tercer mundo porque existe un primer mundo. Ténganlo claro. Y nunca lo olviden. Y ahora extrapolen eso desde lo más global hasta su mismo municipio. Por eso lloro tanto. Porque me acuerdo. Me acuerdo de esa frustración terrible y perra del NO entender nada. Esa que se te aferra como una lapa tan adentro que, siquiera queriendo, ni sabes ni puedes sacarla. Durante años. Hoy miro atrás y recuerdo cuando vi la miseria de mi hermana saharaui en su cárcel de los campamentos de refugiados. Hace 20 años que estuve allí la primera vez. Ella tenía 12 años. Y allí sigue. Aplastada. Olvidada. Refugiada…

Secuestrada en esa cárcel de arena. Con barrotes que no se ven… Pero que están. O de cuando mi país puso sus armas y sus soldados a disposición de la gran mentira de las armas de destrucción masiva en Irak. Y tomamos las calles todos a una. Y nadie nos escuchó. Porque nadie quería escucharnos. Asesinando a miles y miles de personas en mi nombre. Y en el del petróleo que les hizo ricos. También me acordaba de cuando había escoltas en los portales de los barrios de mi pueblo. Cada mañana. Esperando. Con miedo. Siempre con miedo. Y mi vecino se agachaba a mirar debajo del coche antes de arrancarlo hacia el trabajo. Y tendía la ropa dentro de casa. Por si alguien lo señalaba con el dedo. Por si lo mataban. Porque aquí te mataban. Y muchos miraban para otro lado. Y me acuerdo de mi otro vecina. La hermana de Josu Zabala. Torturado hasta la muerte y enterrado en cal viva para seguir matándolo hasta después de muerto. Víctima de otro terrorismo, este llamado de Estado. Y muerte. Y más miedo. Aquí. En Euskadi y en España. Una mañana y otra mañana. Y en la calle cuatro gatos diciendo basta. Y nadie nos escuchaba. En ninguno de los lados. Nadie nos escuchaba…

También me acordaba de aquel día en Galdakao. De Jose Luis Castaño y su familia saliendo por aquella puerta. Devastados. Arrebatado todo por un banco. Su vida, sus hijos, su hogar y el de Lara Paz Bermudez. Me acuerdo de la policía. De su indignidad. De su cobardía por no objetar. Y de la vergüenza. Me acuerdo de la vergüenza. Y me acuerdo del fiscal y del juicio. Y del banquillo de los acusados. Nosotros. Nosotros los malos. Y me acuerdo de la rabia. Y del miedo. Porque eso querían. Meternos miedo. Y casi lo consiguieron. Mentirosos. Desalmados. Eso nunca lo olvidaré. La verdad era nuestra y el poder era suyo. Ese es el sistema. No importa dónde quede la palabra justicia… Ni los suicidios, ni la miseria y el paro arrasando el país y llenándolo de tristeza y de familias pasando hambre.

Y me acuerdo de la primera vez que tomamos el Arriaga, y del bus la primera vez que rodeamos el Congreso cargados de razones y esperanza. Y de las otras veces en Celenque, en Sol, por Gran Vía y en Plaza España…Mareas humanas unidas y en pie y diciendo basta!! Más BASTA!! Y lloraba. Recuerdo que lloraba. Esa vez de emoción. De sabernos despiertos. De ‘no todo está perdido’… De recordar a mis pobres abuelos y de imaginar un día a mis hijos…De saber lo que les contaré, a unos cuando crezcan y a los otros cuando algún día vuelva a verles en ‘el cielo’…

Me acuerdo mucho estos días. Y lloro porque sé de dónde vengo. Me acuerdo de todo esto. Porque de TODO. Absolutamente de TODO. Me he sentido corresponsable, cientos y cientos de veces. Por omisión. Por saberme juez y parte. Por sentir que nunca se hace, ni hicimos mi generación, quizás lo suficiente. Que… quizás si todas y todos… Que… quizás si juntos… Que… quizás si luchando… Que quizás si… Y yo no quiero jamás otra vez un país así. Un país de «y si…» No quiero volver a sentirme jamás responsable de no haber hecho más. Algo más. No quiero seguir siendo parte de todo eso. Ni traicionar lo que sufrieron y lucharon mis abuelos, ni traicionar de igual manera el futuro que les deje a mis hijos. He dicho mil veces BASTA. Y otras mil veces he tirado la toalla. Pero hoy hay una opción. Hoy tenemos una opción. De intentar cambiar el rumbo. Y el relato. Y la historia. Del país. Y la nuestra… De intentar construir algo mejor y más justo. Yo llevo esperando este momento toda mi vida. Quiero dejar de llorar de rabia. Y de vergüenza. Y quiero llorar de alegría. Y de orgullo. Volver a creer. Juntas y juntos. Se puede. Sé que se puede!! Y lo vamos a lograr!! Solo hay imposibles en tu cabeza!! La utopía está más cerca!! Nos dijeron que dejáramos las plazas y tomáramos la política y las urnas!! Y hoy estamos aquí!! EN PIE!! Frente a frente!!! Ni un paso atrás!! Cuídense!! Larga vida y buenos vientos!! Se les quiere!!!

