(VIENE DE CAPÍTULO 2)
Y el 2014 llegó. Las mareas se fueron uniendo en las calles pero seguían diluyéndose en un océano que era inmenso. Las plataformas proliferaban desde todos los ámbitos sociales defendiendo la justicia social y contra las tropelías y los recortes de un Gobierno mentiroso y traidor (otro más de tantos) que rescataba con dinero de todos y todas a los bancos, mientras dejaba desamparadas a las familias que no podían llenar la nevera ni pagar sus hipotecas. Que se estaban comenzando suicidar tirándose por las ventanas acuciadas por las deudas. Consumidas. Desesperadas. (la semana próxima tenemos el

fatídico aniversario de la vecina barakaldesa Amaia Egaña) Demencial. Sangrante. Pero ninguno de los movimientos tenía intenciones claras de querer ocupar esos espacios políticos, que la ‘casta’ había tomado como de su propiedad.
Y llegó Febrero. Y un tipo con coleta y habitual de las tertulias televisivas, y que bien pudo haber estado por Segovia aquella noche estival en la que se gestó la Revolución, lanzó un guante al viento. Si en una plataforma de internet se alcanzaban las 50.000 firmas de apoyo, un movimiento llamado PODEMOS se plantearía conformar colectivo para arrebatar la política de manos manchadas y de conceptos democráticos pervertidos. Y rebasó las cifras con contundencia. Mucha gente repartida por todo el Estado tenía ya muy claro que había que dar pasos al frente. Nuevos. Valientes. Recuperar lo que era nuestro por derecho. Y que estaba secuestrado: la democracia.
Olía bien. Pero había que ponerse en acción. Y a disposición de la causa. El sentimiento de que íbamos años tarde seguía muy presente en muchos de nosotros y nosotras. Y así nos enteramos, preguntando en colectivos de por aquí y por allá, de una primera reunión ciudadana en Barakaldo. 27 de Febrero de 2014. Da fe la fecha apuntada en mi libreta de aque día. Y por coincidencias del destino o por esas ‘fuerzas’ que existen pero que no se ven, aquel primer ‘Círculo’ (que es como se denominan las asambleas abiertas a las que puede acudir cualquiera) se desarrolló en un lugar llamado ‘LA ESPERANZA’. En mi barrio de toda la vida, junto al colegio público en el que todos mis amigos y servidor habíamos crecido. Buenas ‘vibras’ se dice en México. ‘Señales’ se dice por estos lares. Fuere como fuere algo que empieza en un lugar llamado así por fuerza mayor tenía que estar llamado a acabar bien. Solo que nadie en ese momento podíamos intuir lo que llegaría después.
Ese primer día asistimos ya un nutrido grupo de gente y mi sensación fue la de haber asistido a ‘otra cosa’. A algo que apostaba definitivamente por hacer

política. En su tablero. En su fango. Para ponerlo boca abajo. Para cambiar las reglas del juego. Y ese primer día recuerdo que ya me llevé ‘deberes’ a casa. En mi libreta. Logísticos. Conseguir contactos de imprentas o de sillas, no recuerdo lo que fue exactamente…Pero si una Revolución ha de empezar de alguna manera, es currando. O no será revolución. Y así fue. Gente desconocida unida por la ilusión de saberse por fin trabajando de forma efectiva para cambiar las cosas. De ayudar a solucionar problemas. De pelear por la justicia social. De echar a los corruptos de sus cortijos.
Gente poniendo dinero de sus bolsillos para fotocopias, para pegatinas, para llamadas. Gente tirando de amigos para transportar sillas (gracias Emilio por tu camión de mudanzas y Fortu, Neli… Willy Toledo y Teresa Rodriguez os deben una) , o para conseguir plástico para hacer pancartas (gracias, Baku) , o para lograr megafonías (Unai y Joxean , grandes). Gente repartiendo folletos por las calles, gente poniendo pegatinas, gente pegando carteles, gente grabando las cuñas de radio, gente traduciendo al euskera los spots de tv que llegaban de Madrid , etc, etc, etc. Gente, gente y más gente. Trabajando. Sacrificándose. Por toda España. Ilusionados. Creyendo. Contagiando unos a otros este virus que se expandió por todos los rincones. En cada tertulia de bar, en cada casa a la hora de comer, en cada cafetería de universidad, en cada hogar del jubilado… Transformando su indignación poco a poco en cambio…Hasta lo que llegaría después…
(Sigue en CAPÍTULO 4)