DÍA 1. “TRAS DECRETAR EL PRESIDENTE EL ESTADO DE ALARMA”.
Epílogo: Lo primero primero de todo darle las GRACIAS en mayúsculas a las trabajadoras de la panadería, el chico del kiosko y las del QUOP. EL APLAUSO de esta noche debería ser no sólo para quienes curramos en hospitales sino para TODAS las personas que en medio del caos siguen acudiendo a DARNOS SERVICIO y currar. Vendernos el pan, poniendo una tuerca en la fábrica, sirviendo gasoil o limpiando la habitación del enfermo. ¡¡BRAVO!! SOIS UN ORGULLO!! Y MIL GRACIAS!! Mi aplauso de esta noche a las 21h irá para todas y todos vosotros!!
Acabo de venir de comprar el pan y el periódico. E impacta. El silencio atronador. En las calles y entre las personas. Supongo que es normal. Aún estamos muy en “shock” y en el principio de un contexto que siquiera sabemos a ciencia cierta cuánto durará. (aunque estoy seguro de que lo venceremos pronto) Todas asimilando algo jamás vivido antes tras la prohibición oficial de salir a la calle ni socializar a toda la población salvo para cuestiones mínimas. China, Italia, España y los países del mundo que vendrán. Pandemia no entiende de fronteras. El mundo a nivel global y cada uno de nosotros a nivel personal nos enfrentamos a una situación de excepción. Vivo solo. Y no tengo perro ni gato. Soy muy ansioso e hiperactivo y suelo necesitar la calle y HACER. HACER. HACER. Así que estos días voy a necesitar escribir más que nunca. Y a la música. Más que diversión siempre he sentido ambas como una necesidad. No sé cómo explicarlo. Es como si me conectaran con canales en los que fluyo. En los que conecto con el otro yo de mi géminis. El de la quietud. El del SER. No el del HACER. Sino el del SER. Aquí frente a la página en blanco me siento tan libre y tan abstraído como en la cumbre de una montaña… Así que ahí va:
Seguramente los días venideros todo se normalice bastante más, pero hoy día 1 quiero contaros y contarme lo que he sentido al bajar a la calle. Porque ha sido extraño. Compartir es vivir. A mí me ayuda leeros. Y sentiros. A vosotros. Así que devuelvo el guante. Un silencio acongojante lo impregna todo. Y eso en el país del grito pelao, impacta más todavía. Carreteras y calles antes repletas, casi desiertas. Como en esas películas de ciencia ficción sobre el juicio final que nos han metido por los ojos decenas de veces. Las tiendas de alimentación con colas largas por el metro y medio de distancia social. Quizás todo esté un poco más en silencio por ello. Y quizás las caras estuvieran un poco más serias a pesar de ser un domingo soleado de casi primavera por eso. El miedo, la tensión y ese metro y medio. Nos iremos acostumbrando. Seguro. En dos días estamos como los italianos. Bailando la Carrá. Pero hoy a primera hora no. Y ha sido extraño. Y la prisa. La cero prisa. Sin niños y niñas con sus familias yendo a jugar los partidos, gente haciendo deporte… Toda la gente en las pequeñas colas y acudiendo a las tiendas caminando y procediendo sin prisa. Como queriendo asimilar lo que está pasando. Digerir.
¿Y sabéis con qué me quedo, además de todo lo dicho? Con los pequeños gestos. Ceder diez personas con amabilidad y empatía el paso a la anciana que ha llegado la última para que no esperara tanto tiempo de pie y expuesta.

Con eso me quedo. Porque sí, lo sé. Que el ser humano posee esa dualidad dramática por la que es capaz de cometer los más horribles actos y tropelías y ser un canalla infame. Pero también somos esos que vamos a salvar vidas de forma voluntaria al Mediterráneo o a quitar chapapote a las costas galegas. Así que hoy me quiero olvidar de lo borregos que somos cuando compramos papel del culo por toneladas o cuando escapamos corriendo a Denia o a Marbella. No somos perfectos. Tenemos aún cerebro reptiliano. Y a veces ni eso. Pero prefiero quedarme con la parte positiva y solidaria. Con la del “pase usted delante, no importa”, y con la del “mil gracias compañeras dependientas (casi todas mujeres por cierto las que me han atendido hoy), por estar ahí, dando el callo y al pie del cañón. Y que tengáis buen día”
Vincero, decía Nessun Dorma. Y en esa lucha de luz y oscuridad. Siempre prefiero mirar hacia la luz… Abrazo y seguimos en contacto estos días.