«En la máquina del tiempo. Del aeropuerto de Londres el 11M al Podemos en la boda del otro día»
Por eso comparto esta historia. Porque ya llevaba meses pensando que era muy importante que la opinión pública supiera de todo lo que está pasando en

las entrañas de la revolución más allá de lo que ven en sus televisores o leen en los titulares de los medios de masas. Y de por qué. Y lo hago ahora espoleado además por la crítica de cierta amiga de infancia que me abroncaba en una boda reciente: “Hablas hasta diferente desde que estás en todo esto”, me decía. Y una de dos: o no me escuchaba antes o no me escucha ahora. ¡Parece mentira que fuera en un mano a mano con ella cuando, un par de días después de los atentados del 11M del metro de Madrid en el 2004 y mientras esperábamos en un aeropuerto de Londres el avión para volver Bilbao, yo le jurara, indignado ante la maniobra bastarda de las mentiras del PP, que si los populares volvían a ganar las elecciones (se votaba ese mismo domingo), me metía donde fuera y como fuera en política! Por vergüenza ajena. Por asco. Por desesperación. Para echarlos a todos. A todos esos políticos rastreros que me daban vergüenza. En mayúsculas.
En aquel Marzo del año 2004 yo tenía 25 años. Y tenía esa grima hacia ‘lo político’ que impregnaba a toda mi generación. Pero así se lo espeté a mi

amiga. Muy enfadado. Aun consciente del barro. Fruto de la indignación o de la debilidad mental por el agotamiento de un fin de semana de ‘londineo express’ en cuadrilla, vayan uds. a saber. Pero así se lo juré. Y me lo juré a mí mismo. Y así de aliviado respiré cuando la sociedad española, que tantas y tantas veces me había decepcionado, optó por el mal menor y no tuve que cumplir mi temeraria auto promesa. ¿Lo recuerdas, compañera? En aquella terminal. Tú y yo despiertos. El resto dormidos como podían en los asientos. No sé si era Stanstead o Heatrow. Qué más da…
Por eso me ha espoleado escucharla. Ahora. Diez años después de aquello. Porque mi amiga, a pesar de lo años, aún mantiene un discurso similar al de aquellos tiempos. A la era prehistórica. Pre crisis. Pre apertura masiva de ojos. Porque sigue espetando que “la política es una mierda” y que pasa de ella. (análisis demasiado simplista para los tiempos que corren y para una tía ya treintañera y con formación y experiencia como ella) Y casi llegó a decirme (o eso le creí entender) que yo por tanto me acabaría convirtiendo en poco más de lo mismo. ¡Y eso que menos mal que un servidor de político a la fecha, rien de rien! El menda solo echa un capote, como buenamente sabe y puede, en prensa y atención a medios de Podemos Bizkaia sin oficio ni beneficio y con más voluntarismo, convicción y buena fe que oficialidad. Porque cree que ha llegado el momento. Y porque ya vamos tarde. Muchos años tarde.
Pero uno no es de piedra. Y reflexiona sobre lo que escucha y le dicen. Sobre todo cuando hay afectos de por medio. Y lo que creo es que, con todos mis

respetos, sigue en un esquema mental gravemente erróneo. O que después de todo esto que ha pasado no ha entendido nada. No se ha pispado. O que no ha leído a Bertolt Brecht. Por ejemplo. O que sigue donde ELLOS quieren que siga. Lejos de poder participar del mundo en el que crecerán sus hijos cuando los tenga. Lejos del lugar donde poder plantarles cara. Me da igual la calle que la participación política. Ambas servirían. Pero ni una ni otra. Se vive más cómodo así. En la negación. En el escepticismo. Pero esa filosofía de vida solo es la de un gigante con pies de barro. Una falacia en la que, después de visto lo visto, ya no es aceptable ni comprensible navegar. No estoy de acuerdo, amiga. Es nuestro deber intentar romper el statu quo cuando el statu quo no beneficia al interés de la ciudadanía. De las personas. Lo fue cuando éramos más jóvenes y lo sigue siendo hoy. Acabar con lo hegemónico cuando atenta contra los intereses de la gente es un deber y una obligación moral de todo aquel que no quiera mirar hacia otro lado. Da igual Podemos, que Ganemos, que Irabaziz, que Mareas, que las plazas de los pueblos… Todo lo que sea población civil recuperando el espacio político para la gente luchando por la justicia social siempre será loable.
Bertolt Brecht: “política es el precio de las alubias, del pan, del zapato, de las medicinas” y por ende del precio de tu alquiler, del colegio de tus hijos, de la mendicidad en las calles, del paro, etc. Pero quien no haya entendido eso es que simplemente quizás no entienda el mundo en el que vive. O lo que es peor. Quizás no quiera entenderlo. Y elija mirar, como en muchas otras ocasiones, hacia otro lado.
Porque un servidor, habiendo asumido esta reflexión como propia incluso antes de haber leído al poeta alemán y habiendo rodeado ya el Congreso varias veces y participado de mareas de colores, de plazas y de megáfonos tuvo claro, movido por el estómago que… (SIGUE EN CAPÍTULO 2)